En el número 122 de ROTOR publicación de fotografía a doble página de un H135 del Servicio Aéreo de la Guardia Civil que realicé durante una operación de rescate en el Pico Maladeta en el Valle de Benasque
En el número 122 de ROTOR publicación de fotografía a doble página de un H135 del Servicio Aéreo de la Guardia Civil que realicé durante una operación de rescate en el Pico Maladeta en el Valle de Benasque
Hoy en día y con siglos de uso a sus espaldas esta herramienta es utilizada por las unidades militares para simular las operaciones y estrategias que posteriormente se han de aplicar sobre el teatro de operaciones.
Hemos de que retroceder a tiempos del imperio romano para entender el
cajón de arena como una herramienta militar.
Fueron algunos de sus generales los que empezaron a representar el campo
de batalla con tierra, delimitando zonas y colocando figuras esculpidas en
piedra que representaban a las tropas propias.
Pero fueron los prusianos los que perfeccionaron el sistema ya que
fueron ellos los que incluyeron los relieves para simular el terreno concreto
sobre el que se moverían sus tropas.
Además, fueron ellos los que empezaron a incluir “sobre el tablero” la
localización concreta de los objetivos enemigos, no limitándose solo a
representar a las posiciones propias y simular sus movimientos.
Incluyeron perfiles topográficos detallados y dieron un paso más creando
doctrinas propias para la batalla en función del tipo de terreno sobre el que
se debían desplegar. El cajón de madera tomaba tintes de simulador táctico en
toda regla.
Tal fue su grado de eficacia que allá por el año 1820 el Jefe del
Ejército Prusiano, el General Von Muffling ordena su utilización a toda la
cadena de mando para planificar todas aquellas batallas en las que combatirían
sus soldados.
Siglos de planeamientos, toma de decisiones estratégicas, de movimientos terrestres simulados y de órdenes de Generales y Mariscales trasmitidas a los subordinados se recogen en la historia de esta herramienta que a día de hoy se sigue utilizando en su forma original.
Los alumnos del curso de operaciones especiales han terminado el año haciendo frente a la fase más dura de este curso, la conocida ITC o Instrucción Técnica de Combate.
Con
la realización de esta fase se ha puesto fin al módulo básico del curso y los
alumnos que han conseguido terminarla pasarán las navidades con la satisfacción
de haber superado 15 días de una de las instrucciones más intensas, más
exigente y más dura que se realiza hoy en día en los ejércitos occidentales.
Las
características propias de las Unidades de Operaciones Especiales (OE) y el
tipo de misiones que estas han de llevar a cabo demandan que sus componentes
estén preparados y adiestrados para hacer frente a situaciones que no se dan en
entornos y misiones convencionales. Para esto la Escuela Militar de Montaña y
Operaciones Especiales (EMMOE) desarrolla en su Departamento de OE un plan de
estudios de máxima exigencia con el que preparar a los oficiales y suboficiales
que irán destinados al Mando de Operaciones Especiales (MOE) a la Fuerza de
Guerra Naval de la Armada (FGNE) o al Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército
del Aire (EZAPAC)
En
este texto voy a enseñar algunos de los momentos a los que han hecho frente
estos alumnos durante la ITC.
Para
contextualizar, esta instrucción se desarrolla durante 15 días y se divide en
tres fases diferenciadas. En la primera se trabaja la instrucción individual y
se lleva a los alumnos hasta unos niveles de estrés físico y psicológico que
los pone en el límite de sus capacidades, o punto de ruptura. Se pretende con
esto conocer la debilidad de cada hombre, a la vez que se les instruye para
llevar su mente al punto en el que es esta la que obliga a poder seguir
adelante aun cuando el alumno piensa que físicamente no puede desarrollarse
más.
En
la segunda fase se sigue trabajando bajo los mismos niveles de estrés, pero la
instrucción se realiza por binomios y equipos básicos. Es aquí donde el trabajo
en equipo pasa a ser fundamental y es el que, bien desarrollado, permitirá
culminar las pruebas a las que se somete al alumno.
Y
por último la tercera fase de desgaste por el sueño que lleva a la pérdida de
la noción del tiempo y que, unido al esfuerzo físico de las constantes pruebas
día y noche, determinan el límite de cada alumno.
Las
Unidades de Operaciones Especiales (UOE) no necesitan “súper hombres” que
físicamente estén por encima de la media. Si necesitan contar con una forma
física que permita superar los restos a los que se enfrentan en su formación y
posterior misión en destino, pero sin duda un valor y activo fundamental que
han de desarrollar pasa por disponer de una estabilidad emocional y psicológica
que permita hacer frente a las situaciones que, por la idiosincrasia propia de las
misiones de OE, pueden llegar a tener que enfrentar.
Y
la instrucción desarrollada por el Departamento de operaciones especiales de la
EMMOE y sus instructores está orientada a conseguir una formación de alto
rendimiento en la que se trabajen factores como los descritos. Para ello se
cuenta con un psicólogo participa en esta formación y que evalúa a los alumnos
y su situación de estabilidad, prestando el apoyo necesario cuando es
requerido.
La
ITC son 15 días en los que se llevan a cabo patrullajes día y noche en los que
los equipos han de poner a prueba sus conocimientos de orientación, se realiza
la fase de endurecimiento y el paso de pista de obstáculos donde se requiere un
gran esfuerzo físico y el desgaste es muy alto.
Se
desarrollan ejercicios tácticos con reacciones armadas día y noche con fuego
real en las que las patrullas han de actuar de forma perfectamente coordinada.
Se
lleva a cabo el paso de río por zonas de aguas profundas y no profundas con el hándicap
de la temperatura de un rio de montaña en el mes de diciembre y el desgaste
físico acumulado….
Y
se ejecutan constantes pruebas de tomas de decisiones donde el alumno tendrá
que dar el 100% de todas sus capacidades bajo los niveles de estrés y
agotamiento a los que se les somete.
El activo más valioso de cualquier ejército es su personal. Recuperar al combatiente del campo de batalla es labor primordial.
Nuevas doctrinas como "el
campo de batalla vacío", o doctrinas ya asentadas para "operaciones
en profundidad" hacen cada vez más necesarias este tipo de misiones.
Susceptibles a este tipo de
operaciones son aquellas unidades que, por su especial misión, trabajan bajo
unos niveles de riesgo superiores al de las operaciones convencionales.
Hablamos de equipos de Operaciones
Especiales en misiones de reconocimiento en profundidad sobre territorio
enemigo que sufren una baja o, por el contrario, la imposibilidad de llevar a
cabo el procedimiento de extracción previamente planeado.
Estas misiones no suelen
realizarse de forma inmediata ya que los factores de riesgo y dificultad
requieren un profundo estudio de viabilidad con el que organizar y desplegar el
dispositivo de rescate.