Era un día más del mes de abril en Camp Arena. El trabajo diario de las fuerzas internacionales como de costumbre, un hervidero de actividad a todos los niveles.
A
eso de las 15:00 locales la oficina de operaciones de la ASPUHEL recibe un
mensaje de J3AOC en el que se solicita
apoyo de las fuerzas españolas para realizar un helitransporte de personal al
cabo de tres días. El mensaje es entregado al Jefe del destacamento español
e inmediatamente convoca una reunión con el Jefe de la Unidad de Vuelo (JUV) y
con el Jefe de Mantenimiento (JM). ……..“señores,
recibimos misión en la que nos piden un apoyo para la mañana del martes.
Debemos realizar un helitransporte de personal hasta Camp Zafar”……….
La
reunión continua y tratados todos los temas la maquinaria se empieza a mover
para preparar esta nueva misión. El Jefe de la UV prepara brienfing con las
tripulaciones nombradas para ese día, el de mantenimiento asigna aeronave, se
estudia la inteligencia, la meteo prevista y se sigue el protocolo sin dejar
nada a la improvisación.
Esto
podría ser la rutina del día a día de la gente de helicópteros en Herat, pero
en este caso había algo que lo hacía diferente. El mensaje con la petición de
apoyo hacía mención a una misión de helitransporte, pero no decía a quien se
debía trasladar.
La
oficina de operaciones contesta el mensaje verificando el Ok y la
disponibilidad española para la misión e interroga solicitando más info acerca
del personal a transportar. La única respuesta que se recibe indica: Helitransporte de personal ISAF en un número
no superior a 12 pax.
No
siendo respuesta habitual por la falta de información que remiten desde el
Mando se sigue trabajando en ello. Por el número indicado la operación se
realizará con un Chinook ya asignado y con tripulación fijada. El devenir sigue
su ritmo.
La
mañana de autos se inicia el día con normalidad. Diana, desayuno, ejercicio
quién a primera hora no tenga “faena” y los que la tienen, briefing en la UV
para preparar la misión.
Los
7 tripulantes del Chinook se sientan alrededor de la mesa y más de uno se
prepara un café con los condimentos recibidos desde España. El café lo
acompañan con galletas de “esas buenas” con marca española que no se encuentran
por esos lares.
Durante
las conversaciones que llevan como grupo de compañeros y amigos, se levantan de
inmediato para recibir al Jefe del destacamento y al Jefe de la UV.
“Sientensen” dice el Jefe y los culos de los 7 vuelven
a las sillas.
Repaso
otra vez a todos los puntos de la misión, preguntas a los pilotos, a los
mecánicos y a los tiradores. Todos lo tienen claro y la misión preparada. Justo
antes de terminar el brienfing una voz pregunta; “mi comandante, ¿tenemos información de a quién vamos a transportar?”
“Pues no, el Mando no nos la
ha facilitado”. Y ahí se
terminó el tema. En el manifiesto de vuelo se registran 12 pax más la
tripulación, y eso es lo que hay.
Hora
prevista para el despegue, 11:00 hora local. El vuelo a Camp Zafar no llevará
más de 15 minutos y se trata de llevar al personal a la base Afgana y volver
con lo cual, será una misión rápida.
El
personal de mantenimiento ha colocado al 06 en el parking asignado en la
plataforma, y a eso de las 10:00 los especialistas ya están a pie de aparato para
prepararlo todo. No han pasado ni cinco minutos y el resto de tripulación ya
está también en el helicóptero.
Se
desatan las palas y con todo ready solo queda esperar la llegada del personal a
helitransportar. Unos esperan sentados en la bodega, otros debajo de una pala
para huir del sol afgano y este que escribe, se sienta en la rampa. Esta mañana
hay jaleo en la base con aviones de aquí para allá, y helicópteros del Tio Sam
que van y vienen. En un momento en el que parece que el último molinillo se ha
dejado de oír, se vuelve a escuchar a lo lejos lo que parece el traqueteo de más
helicópteros. Estamos en la plataforma y si viene a Camp Arena pasaran por
delante de nosotros así que aquí esperamos a ver qué llega. Allá en el
horizonte se divisan dos siluetas minúsculas negras que, por su forma, parecen un
par de Osprey.
Seguimos
esperando. Mientras se acercan los V22 aparecen justo en la entrada de la plataforma
detrás de la puerta de acceso a la misma varias Chevrolet pickup blancas grandes
como portaviones con los cristales tintados. En el morro y en la parte trasera eslingas
para la extracción aérea. Todo muy Yankie. Se abren puertas pero no alcanzamos
a ver quién se baja. Mientras, los V22 ya están en la pista montando uno follón
tremendo. Los Marines están aquí. Ruedan por la pista y nosotros, debajo de la
sombra de las palas del Chinook vamos viendo el espectáculo y comiendo el polvo
que levantan esos rotores tripala en posición vertical.
El caso es que las 11:00 han sido hace un rato y nadie se ha presentado aquí con el “billete” para un viaje a Camp Zafar. Seguimos a lo nuestro con una conversación sobre esos aparatos que pasan por delante de nosotros, más feos que “pegarle a un padre”. Se interrumpe el momento con el ring del móvil que se escucha con dificultad debido al tracatá de los Osprey. El comandante de aeronave recibe una llamada en el móvil corporativo y termina la conversación con un “a tus órdenes” . Presiona el botón rojo de colgar y automática da la orden de todos a sus puestos para el arranque inmediato. Pilotos en cabina, tiradores en las máquinas y especialistas supervisando el arranque. La APU del Chinook arranca y anula el ruido de los Osprey que ya están en ralentí.
Mientras
las turbinas rugen con su música, allá al fondo de la plataforma se abre la
puerta de acceso y esos “barcos” blancos Made in EEUU entran a toda pastilla
directos al Chinook.
Por
la radio comienza la conversación: “Las
pickup que han llegado hace un rato están viniendo hacia nosotros por la cola”, comenta uno de los dos especialistas que se encuentra controlando el
arranque a pie de turbina. Y responden
desde cabina; “afirmativo, es el personal
que debemos transportar, organizarlo para el embarque” .
Yo
estoy ahí haciendo mi faena. Me acerco al especialista y las pickup se detienen
a unos 15 metros. Nos acercamos los dos y se abren las puertas al unísono. Del
primero se bajan varios hombres perfectamente pertrechados y listos para la
guerra que se dirigen a los vehículos de cola, del tercero y cuarto ponen pie
en el suelo varios oficiales; veo que uno es italiano, varios norteamericanos,
un alemán un tipo vestido de civil y todos miran al segundo vehículo.
Que misterio pienso para mis adentros. Con la incertidumbre del momento sigo acercándome y haciendo mi faena veo que detrás de la puerta del segundo “barco” se baja el General Muhaiuddin entonces segundo Jefe del 207th Zabar del ANA con quien ya había coincidido en otra ocasión. Automáticamente pensé, “pues vaya operativo de seguridad para este general”. Error. No había terminado mi voz interior de decirlo cuando se bajó del coche el protagonista por el que se había montado este operativo.
“Jooder, si es Dunfort” me digo a mí mismo. Junto a él esos otros
oficiales que se han bajado antes de los vehículos y que formaban parte de su
EM.
Ahora
si tiene sentido el despliegue. Una parte de la escolta sube al Chinook, la
otra organiza al personal para embarcar y todos recorren los 15 metros que les
separan del Chinook.
La
comitiva se acerca a mi posición y con sorpresa por mi parte el General Dunfort
se detiene a mi altura para saludarme y estrecharme la mano. Un apretón de
manos bien fuerte y un “Hello, good
mornig sir” me dice casi a gritos. “General!”
le respondí también a gritos. Detrás de él me saluda el General Muhaiuddin en
perfecto castellano. “Buenos días señor”
me dice. “Buenos días General”. Ahí
estaba yo saludando a grito pelao al Jefe de la ISAF y al General Muhaiuddin.
Manda huevos.
Embarcamos.
Sentados cada uno en nuestro sitio esperamos a rodar y despegar directos a Camp
Zafar.
Después
de 20 minutos de vuelo llegamos a la base afgana. Tomamos en la plataforma, el
especialista baja la rampa, los pasajeros se sueltan los cinturones, se
levantan de los asientos y antes de desembarcar el Jefe de la ISAF estrecha la
mano del tirador de puerta que tiene a su lado y se despide con un grito
diciendo “Thank you, good bye”. Se
detiene frente a mí y me vuelve a estrechar la mano con firmeza al grito de ”Thank you, good bye”, repitiendo el
proceso con los dos especialistas y el tirador de rampa. Sin duda, todo un
detalle.
Con todos ya en tierra la rampa sube, las vueltas a verde y tirando del colectivo volvemos al aire para regresar a Camp Arena.
Esto es lo que podía pasar en Herat. Para mí, que estaba ahí para contar lo que hacían los nuestros, ese día que amanecía con una misión rutinaria que no iba a pasar de ser un helitransporte de personal a una base cercana, se acabó convirtiendo en experiencia sumamente interesante que me llevo a coincidir con el entonces Jefe de la ISAF el general de 4 estrellas Joseph F. Dunford, Jr.
Después
de su Mando en Afganistán la carrera de Dunfort ha sido meteórica llegando a
ser Jefe del Estado Mayor Conjunto, y Secretario de Defensa del Consejo de
Seguridad Nacional hasta finales del año 2019. Toda una personalidad.
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